LA NACIÓN – Celina Chatruc
La exposición Blow Up Experience abrirá el viernes al público con un recorrido lúdico destinado a todas las edades, para levantar el ánimo y ayudar a “desenchufarse”.
“¡Es justo lo que necesitamos!”, exclamaron al unísono días atrás varios estudiantes de cuarto año de la facultad, en plena época de finales decisivos para recibirse y en un país dividido por la creciente tensión electoral. Se referían a Blow Up Experience, la muestra inmersiva con globos y esculturas inflables que abrirá al público el viernes próximo en La Rural, y que propone a los adultos volver a jugar como cuando eran chicos.
Zambullirse en una pileta gigante llena de pelotas transparentes que cambian de color, mientras se observa un techo espejado o las proyecciones con escenas marinas que convierten las paredes en un horizonte infinito será una de las atracciones centrales de la exposición, compuesta por 16 espacios que ocupan 3200 m2 bajo una imponente luna rellena de aire. Una propuesta similar a las de Bubble World o Pop Air Balloon Museum, la que llama la atención en la tercera temporada de la serie de Netflix Emily in Paris.
Además de las escenas que seguramente se multiplicarán de inmediato en las redes sociales, otra parada imperdible será la canasta de un globo aerostático ficticio, dentro de la cual unos anteojos de realidad virtual invitan a viajar alrededor del mundo. Literalmente: segundos después de mirar hacia abajo para ver la Torre Eiffel iluminada, de noche, amanecemos sobre los morros y las playas de Río de Janeiro, para sobrevolar luego el neoyorquino Central Park.
Otra buena forma de escapar de la abrumadora realidad actual y combatir el estrés será quitarse los zapatos -y las fundas para cubrirlos que se entregarán en la entrada, donde se prohibirá entrar con tacos- para ingresar en un castillo inflable. Ahí se podrá saltar hasta que la propia energía lo permita, en medio de imágenes proyectadas que recrean una atmósfera galáctica.
El clima se vuelve psicodélico en el “sendero de hongos”, un pasillo rodeado por una serie de lenguas inflables cubiertas por lunares. Los montajistas sugirieron entre risas que será un buen programa pasar por allí al salir de la Expo Cannabis, que se alojará este fin de semana en La Rural.
Lo cierto es que no hará falta ingerir alucinógenos para tener una experiencia similar potenciada por los pisos de espejos, los juegos de iluminación, las proyecciones que convierten las paredes en superficies burbujeantes, las activaciones performáticas con malabares –dirigidas por Gerardo Hochman- y la banda sonora elegida por Daniel Grinbank de sus propias playlists de Spotify: desde rock hasta Ryūichi Sakamoto, Vangelis y música contemporánea.
“Recorrerla entera va a demandar por lo menos una hora y media”, anticipa el responsable de la productora DG, que después de traer al país a grandes músicos internacionales amplió su foco de interés en la era postpandemia. Tras debutar en La Rural el año pasado con la inmersiva Imagine Van Gogh, sorprendió con otra dedicada al grafitero anónimo Banksy. Y ahora traer por primera vez esta versión a Buenos Aires después de haberla lanzado en San Pablo, donde en solo tres semanas ya sumó 50.000 visitantes.
“La expectativa es grande”, admite confiado al asegurar que este proyecto es “más ambicioso” que los anteriores. Si bien prefiere no mencionar cuánto invirtió –”¿De qué dólar querés hablar?”, pregunta con humor-, explica que esta muestra demandará un equipo de cuidadores de sala que superará las cuarenta personas. “El fenómeno de las muestras inmersivas tiene que ver con los tiempos que corren –opina-. Por un lado hay una necesidad de hacer planes familiares, ahora que el cine fue desplazado por el streaming. Y por otro lado hay una recuperación de lo lúdico por parte de los adultos, como puede comprobarse en los parques de diversiones. Es la tendencia que se conoce como kidulting”.
No menos importante, agrega, es el efecto provocado por redes sociales como Instagram y TikTok. “Generamos las escenografías para esos contenidos que genera cada visitante”, explica mientras señala una pared que tendrá una gigantografía de una vista aérea de Buenos Aires, que servirá de fondo para simular que la persona retratada vuela sobre la ciudad aferrada a un manojo de globos con forma de corazón.
Un éxito asegurado será el laberinto de cortinas de luces de colores intermitentes, ubicado dentro de una habitación espejada que las multiplica hasta el infinito, que da comienzo a esta muestra apta para todas las edades. “Va a servir para desenchufarse, para levantar el ánimo –propone Grinbank-, en un momento de gran estrés en todo el mundo”.